Las ondas de choque son ondas acústicas con un pico de energía extremadamente alto, como los que ocurren en la atmósfera después de un evento explosivo como un rayo o una explosión sónica.
La terapia por ondas acústicas extracorpórea se usa para provocar efectos biológicos microscópicos intersticiales y extracelulares, que incluyen la regeneración de tejidos. En la terapia moderna del dolor, la energía de ondas acústicas se lleva a cabo desde el punto de origen, que es el generador de ondas acústicas (a través de un gel de acoplamiento) a las regiones del cuerpo que experimentan dolor. Allí, su capacidad de cicatrización es aplicada.
Con el tiempo, las ondas acústicas han demostrado ser un método eficaz y no invasivo para el tratamiento de la patología músculo-esquelética localizada incluyendo: epicondilitis, espolón calcáneo y fascitis plantar, trastornos del manguito rotador, puntos gatillo, la variedad de tendinopatías crónicas y muchas otras indicaciones.